Delirio de Primavera

Delirio de Primavera

Ni ángel, ni demonio, por callejuelas vaga el espectro. Aquello si es patético, el decadente burgués buscando una razón para vivir.

En cunas de oro mecido y voluntario al lodo como camino, tonto, tonto, tonto, realmente tonto, no puedes romper las cadenas de una sociedad que asfixia tu cuello, como al ahorcado ya lo asfixio el juez.

Por las calles infectadas de monotonía y orden te arrastras como babosa repúgnate, aspirando a todas las maldiciones de la humanidad, el ridículo y simpático clow, no eres nada más que un puñado de bazofia en su mirada oscura y alegre, acéptalo no hay cielo ni infierno para alguien como tu, aspiras a más, mucho más.

Emprendiste el camino de la montaña guiado por el arco iris de sombras, de sombras sin sentido. Navegaste por mares de llanto azul y tus lágrimas lo tiñeron de espanto, al tiempo sin reloj, y la rosa maldita que encanto tus ojos negándote los labios que jamás se situaron en tiempo u espacio acertado, no pretendes otros labios, solo la incógnita de saber si fuiste amado, si amaste, del principio de incertidumbre.

La flor de loto se marchito esperando tu suaves caricias, y frente a un espejo de eterno sangrar, pretendes atravesar hasta la cornisa, no hay lugar ni en lo alto ni en lo bajo para alguien como tu, solo te queda esperar, destruir el cielo, el infierno, el mundo y volverlos a crear, donde en veleros de eterno resplandor y oscuridad puedas navegar directo hacia el espiral.

Ángel Negro

Ángel Negro

Y he disuelto el tiempo en cortos de segundos tintos,
mientras me baño con la lluvia áspera y dulzona del ocaso.
El color suave del viento viscoso ha sido mi cuna,
en un mundo he ido creado las cenizas de mi fracaso.

He aquí que cierro el sello, transmuta aire,
fuego, tierra y agua, esencia de vida, engendra el caos.
Aquí acepto mi unión a la tierra,
crea destrucción, renueva la vida y trae esperanza.

Ángel negro de alas preciosas gustosas a carmesí,
tu piel huele al dulce sabor de las melodías inexistentes,
mientras tu inocuas manos acarician mi repugnante cuerpo asqueroso,
tedioso, patético, agrio y amargo…feo.

Que tus alas creen huracanes de fuego, y torbellinos de ensueño,
dame las guías que inicien mi camino, oh aurora marchita,
que tus palabras ficticias sacudan el tic – tac marchito de mi alma,
el aburrimiento y la desesperanza, de mi ser, de todos, de nadie.