¿Quién Soy?

¿Quién Soy?

De este mundo soy el errado,
la espiga rechazada por el agricultor.
Del rebaño la oveja negra, el mal enfocado,
aquel aroma desagradable y color irritante, para mi, para ti.

De mi mundo soy la decadencia,
un estrella maldita en el universo,
la brisa suave que sabe a huracán.
El borracho de tu visión pútrida y sordo de tus ecos.

Soy el del cuerpo agujereado de melancolía y placer,
decadente me desplazo embriagado de colore y aromas,
de otros mundos, de mi mundo, de la creación absoluta,
heraldo de las espirales sociales tragicómicas y confusas.

Mi lengua sabe a fuego y mis palabras congelan el tiempo.
Temerosos arrancan de mi sombra, cobardes del observador,
el temor a una cabellera negra que cuestiona el sistema paradojal,
de la felicidad ¿la felicidad? No más que tristeza teñida de verde.

Contemplando la miseria del mundo, me pregunto:
¿Un fósforo no hará arder toda esta mierda hipócrita?
Eh intermitentes mis caminos se alargan por el globo,
las chabolas de cartón, cuales bestias salvajes ¿yo, el mal enfocado?

Solitario del universo, ajeno al tiempo, ¡el acrónico!,
Como estrella de llamarada azulada de toque verdoso, esperanza.
Del inadaptado, el demiurgo creador de su mundo,
soy el que soy, nada más que una palabra en el viento.

¿Existe una Amelie para los feos y perdedores?

He observado la noche desde mi ventana, y he contemplado la tierra por la que transito, y lo he visto todo tan vació. Lúgubres rostros tristes con ganas de llorar, débiles y miserables, entonces me pregunto si alguien piensa por ellos, si acaso existe un ángel para lavar su dolor.

Me he visto a mi sentado en la plaza no publica, con un cigarro en la mano, oh cuanto deseo un cigarro ahora, fumando y fumando mis penas, creyendo superfluamente que es posible rellenar con humo lo que ni un dios logro completar, esperando a una muchacha, la que sea.

Te he esperado creyendo en el mito de la felicidad, más ante las bocas inmensas de la angustia no me queda más que aceptar que en realidad no existe Amelie, que tan solo es una película para enternecer corazones, y que la desesperación, esa terrible enfermedad de la que me hablo Soren, me la pegue y con ella moriré realmente.

¿Qué ultramundo le corresponde a los solitarios, a los feos, los extraños, los inadaptados temporales que llegaron tarde? Pero no, ahora en serio, que les corresponde a ellos, a mí que me corresponde ¿Existe una mujer por ahí o debo dedicarme la vida a hacer que todo marche bien? ¿Existe una razón para que ellos vivan?

Soy el perdedor lastimero incapaz de llorar, incapaz de salir del agujero en que callo, una vergüenza extrema que no vale la pena retratar, mejor que se acerque el capataz y le pegue un tiro, lo sacrifique, así solucionara por lo menos su mal.

Pero llegar un día en que los feos del mundo quedaran solos, podrán convivir, un día el sol amanecerá trayendo consigo una ser que los llene, de no ser así, pierdan cuidado los feos, los gordos, los tontos, los simples, los extremadamente complejos, los extraños de Lovecraft, tenemos la fuerza como para trepar una torre en ruinas contar de ver la luz. Cuando eso ocurra, solo al fin del camino podré saber la verdad de que si acaso ¿Existe una Amelie para los feos y perdedores?

El Pasajero

El Pasajero

Rasguño los veleros del ocaso en negro mar,
son estrellas, son fantasmas, son mis sentidos.
No busco el emblema de la razón en mí
por que nunca existió, un artificio en niebla,
un nudo de ideas lijadas con piedras de trabalenguas.

Hoy a mis pies redimen los astros sus culpas acrónicas,
y en un vortex se destrozan los cristales pulidos de la verdad.
En completa oscuridad, vidente quedo.
En completa soledad tras la multitud que arrastro.

Soy como el espanto caído en vendimias,
de viñas y viñas de llanto en risas producto.
Un vino amargo con gas y maderos cebados,
en sangre, en ideas, en cabelleras sucias y cigarros.

Un dios primordial envuelto en telas superfluas,
encadenado por los patéticos espectros de la humanidad;
sentimientos, momentos lastimeros y fragmentos de jubilo,
frenan mi escalada a la montaña.

Como un Dios en vías de alcanzar la gloria
y usurpar el trono que le corresponde al más apto,
Observo y acecho en los campos de hierro,
cuestionando, dudando, humillando cuantos rostros veo.

Un cigarro que se consume, un orgasmo que llega,
una copa de vodka puro que quema mi cuerpo enclenque
y me despierta, los escucho, palabras tras palabras,
sin decir nada nuevo, nada interesante, me aburro.

Discursos construidos con discursos añejados en papel,
los leo, los escuchos y en mi alucinaciones me burlo,
como el sátiro se burla de mi suerte, mis elecciones y mis dudas,
como los vapores del ajenjo me envuelven y me alientan.

Veo la puerta en su infinito concepto, y pienso,
“que habrá más allá de los umbrales conocidos”.
Hacia Celefais me dirijo en un barco de cristal,
es cierto que por la ventana salte, también es cierto que regrese.

El Cigarro

Mascaras de niebla congelada cubren mis rostros, mascaras hechas de lamentos e incertidumbres, con toques de espanto y risa. Entre sueños, una aurora despierta con colore negros, aburridos y vivos, nada parece tener sentido en este mundo cuerdo. Soy como la congoja y la seguridad mezcladas, con la duda y la certeza en la punta de la lengua, la lengua, la lengua lista para disparar un puñado de emociones confusas y complejas, sentimientos quijotescos que se apartan del común denominador social, cultural, ¿artisal?, y que dañan la equilibrada alma del mundo, dañan la perfección de la seguridad hipócrita.

Un delirio de poeta arcano, de bares y cigarros, y en la tierra una patética copia de ensueño, como aquellos olvidados, lejano, el pasado se diluye en alcohol, y el futuro, que no es ajeno, se nos muestra en prismas de colores alegres, alegres que batallan con las negras explosiones de la creación, mientras al presente ¿al presente? al presente le tocan los recuerdos, que hacen de cada momento pasajero una proyección al infinito, eternos fragmentos de estáticos segundos y revoluciones caídas en desgracia, amores y desamores, una dudosa presencia en el tiempo, tan solo recuerdos de los mismo recuerdos.

Caminando por la calle se deslizan suaves las hojas, mecidas por la brisa cósmica de las miradas, atentas ante las aves de los absurdos lamentos. Riéndome atravieso los campos de la urbe moderna, observando, imaginando, fantaseando, enajenado, a nadie le importa que un alma llore por dentro ¿a nadie? Creo que aun guardo esa detestable cualidad, antivalor quizás. Y como un sollozo en los mismos abismo grito, desgarro mis carnes frustradas y lloro, lloro ante los ojos fríos y duros de la gente enajenada, y mis gritos se hacen de agua, de vapor de maquinas, de aves muertas, perros miserables que resultan hombres, mujeres, niños y yo mismo que no termino haciendo nada, llevando sobre las espaldas el peso amargo de la omisión.

Y en mi cabeza las ideas revientan y explotan como bombas de caos, y en una milésima de segundo un mundo creado para que al minuto sea otro mundo abortado. Buscando, examinando, comprendiendo y estudiando a la compleja mentalidad del ser humano, su existencia. Es difícil vivir sin guías, solo y loco, pensante. No me arrepiento de mi condición, pero si de mi enajenación, y riéndome como farsante de la vida, mientras mi corazón se desgarra con los pasos, a pasos, a pasos voy perdiendo mas mi alegría, y mientras frustrado creo universos fantásticos que plasmo sobre papel e idea, dimensiones múltiples que conforman el vortex de planos amorosos que guardo, mi yo en yo, es decir la nada misma del fracaso gris y rojo.

Más no todo esta perdido por que junto a Pandora construí una tumba entre los mundos, un poco más arriba del trono divino, u poco más debajo de los robles abstractos de color carmesí. Enterré en esa tumba tu rostro inmaculado, enterré un deseo y la frustración, me volví ajeno al tiempo y me deshice en niebla seca, para proyectar mi existencia hasta el lugar donde te mesen los hilos de aquella telaraña que los hombres denominan vida, y mientras pasan las brisas olorosas a cielo azulado, yo me voy, me voy encontrando con el universo, el caos y dios, trilogía en la que firmo, y luego hago punto aparte.

Pablo de Rokha

El humillado, ignorado, mirado en menos, el fracasado y angustiado, coordinador de la miseria, anciano macho, Pablo de Rokha.....

«Pablo de Rokha» por Pablo de Rokha

Yo tengo la palabra agusanada y el corazón lleno de cipreses metafísicos, ciudades, polillas, lamentos y ruidos enormes; la personalidad, colmada de eclipses, aúlla. (Mujer: sacúdeme las hojas marchitas, del pantalón).

Andando, platicando, andando con la tierra por los caminos varios, se me caen los gestos de los bolsillos, —atardeciendo olvidé la lengua en la plaza pública...—, no los recojo y ahí quedan, ahí, ahí, como pájaros muertos en la soledad de los mundos, corrompiéndose; el hombre corriente dice: «son colillas tristes», y pasa.
Como el pelo, me crecen, me duelen las ideas; dolorosa cabellera polvorosa, al contacto triste de lo exterior cruje, orgánica, vibra, tiembla y, cargada de sangre, parece un manojo de acciones irremediables. (Radiogramas y telegramas cruzan los hemisferios de mi fisiología, aullando sucesos, lugares, palabras).

Ayer me creía muerto; hoy, no afirmo nada, nada, absolutamente nada, y, con el plumero cosmopolita de la angustia, sacudo las telarañas a mi esqueleto sonriéndome en GRIS de las calaveras las paradojas, las apariencias y los pensamientos; cual una culebra de fuego la verdad, la verdad le muerde las costillas al lúgubre Pablo.

Aráñanme los cantos la congoja y el vientre, con las peludas garras siniestras de lo infinito; voy a abortar un mundo; (mis calzoncillos, mis calzoncillos se ríen a carcajadas!..).

Un ataúd azul, y unas canciones sin sentido, intermitentes, guían mis trancos mundiales.

Y la manta piojenta de la vida me envuelve grotescamente cual la claridad a los ciegos...(Ruido de multitudes, automóviles, muchedumbres, van conmigo; como pájaro solo y loco canta lo absoluto en los álamos negros de tu cabeza, Pablo de Rokha!..).

(... ... ... Universo, Universo, ¡cómo nos vamos borrando, Universo, tú y yo, SIMULTANEAMENTE!.. ... ... —).

Con el cañón en la boca

Estoy cansado de pensar en auroras y de vivir en la fantasía, pero este es el reino que me toco llevar, un saludo noble al abismo y un adiós pomposo a la realidad. Un desfile de criaturas salidas de mi cabeza me toman de la mano y me conducen al paraíso infernal que me dará de beber. Soledad, amiga fiel y leal, Fracaso un compañero digno de tomar mi mano, junto a ellos avanzo por los caóticos recovecos del existencialismo, laberinto en el que me perdí hace ya mucho tiempo.

Y es que me he aburrido de las mascaras, mi actuación fracaso, ahora llega la hora de bajarse del escenario, me siento solo y miserable, y es que la verdad Víctor Hugo no equivocaba tanto sus personajes, y aunque no he robado pan, ni he estado en las galeras 19 años, me siento cual personaje literario ¿quizás soy el cuarto libro de los guardianes? o ¿quizás un simple eco, a lo tipo laberinto de piedra?

Te busque y te espere, creo que jamás te encontré, quisiera oírte gritar y estar seguro, mas no me quedan ya esperanzas, la ultima flama se apago hace dos noche. De demiurgo creador a esperpento vació, como autómata de Thran, hijo de la vacuidad, yo se muy bien que Atreyu no me vendrá a salvar y que mi historia acaba aquí.

Momento, stop, se congela el tiempo en un cristal y veo claramente marchar a mis conocidos, danzan ante mis ojos, cada quien viva su vivaque yo seguiré siendo el observador, algo así como lo que decía el querido Soren, para vivir hay que vivir, para estudiar observemos, no podemos observar y vivir al mismo tiempo, o quizás yo no pueda. Mis cadenas salieron de la fragua hace años y mi juez, que soy yo mismo, ya me condene, los grilletes cerrados con una pizca de esperanza de que en el cielo mi sol tome nueva vida.

Mirare con nostalgia la luna, esperando sus hijas beneficiadas, como relataba Boudelaire, quizás una de aquellas damas reviva mi sol, no aparto la esperanza ni la extingo, tan solo la sepulto ya que hoy por hoy, mi sendero atraviesa el valle de Malevolgia y en el cielo un astro moribundo se apresta a extinguirse sin nunca haber conocido unos ojos a los cuales haber dicho … para que caer en clichés.

Canción para mi muerte
Sui Generis.

Hubo un tiempo que fue hermoso

y fui libre de verdad,

guardaba todos mis sueños

en castillos de cristal.

Poco a poco fui creciendo,

y mis fábulas de amor

se fueron desvaneciendo

como pompas de jabón.

Te encontraré una mañana

dentro de mi habitación

y prepararás la cama

para dos.

Es larga la carretera

cuando uno mira atrás

vas cruzando las fronteras

sin darte cuenta quizás.

Tomate del pasamanos

porque antes de llegar

se aferraron mil ancianos

pero se fueron igual.

Te encontraré una mañana

dentro de mi habitación

y prepararás la cama

para dos.

Quisiera saber tu nombre

tu lugar, tu dirección

si te han puesto teléfono,

también tu numeración.

Te suplico que me avises

si me vienes a buscar,

no es porque te tenga miedo,

sólo me quiero arreglar.

Te encontraré una mañana

dentro de mi habitación

y prepararás la cama

para dos.